Lo primero que descubrimos de ella fueron sus almendrados ojos, de mirada entre el hielo y el fuego, en plano corto. Lo segundo, unos labios de rojo intenso, como trazos dibujados en un rostro de óvalo perfecto. Lo tercero llegó a través de los oídos: una voz ligeramente rasposa, oscura y susurrante de aterciopelada sensualidad. Así se inició en 1984 el primer videoclip protagonizado por Sade Adu con el tema Your love is King como motivo, que rápidamente se disparó al número 1 en dos continentes, y que abanderó su arrasador álbum debut Diamond Life.
Más de 25 años después, la cantante y compositora nigeriana de crianza británica, a los 61, parece haber decidido acabar con una década de silencio anunciando que está trabajando en material nuevo –dice haber aprovechado muy bien el confinamiento- aunque, para entretener a su legión de seguidores hasta entonces, acaba de reeditar sus seis álbumes en vinilo, remasterizados en los estudios de Abbey Road bajo su dirección, y empaquetados, con el título This far, en una caja tan lujosa como su carrera.
«Cuando disfrutaba de uno de los mejores momentos, mi vida se convirtió en tristeza porque no pude gestionar la fama”
Sade Adu no conoce lo que es el fracaso. “Aunque dejo pasar tanto tiempo entre un disco y otro porque hay una parte del mismo que me encanta, que son los conciertos y el trabajo en estudio y otra que no soporto: la exposición pública”, explica. Y recuerda, a menudo, cómo “cuando debería haber disfrutado de uno de los mejores momentos de mi vida –al alcanzar el éxito mayoritario nada más comenzar su carrera-, éste se convirtió en motivo de tristeza porque no pude gestionar la fama”.
Son viejas cicatrices, pero profundas: “No he querido pasar por todo eso nunca más”, afirma. Y, desde entonces, esquiva a la prensa de colores, ganándose una fama de antipática que niegan quienes la conocen de verdad, concede entrevistas con cuentagotas y solo salta al ruedo, recordemos sus característicos estilismos a base de chaquetillas de inspiración torera, por una buena causa: apareció hace unos años sin ropa alguna en una conocida revista de moda, para fomentar la prevención del cáncer de mama.
Es el misterio de Sade. Y ha intercambiado valencias tan profundamente con su personalidad que hasta hace dudar sobre si existió alguna vez.
Helen Folasade Adu, emigrante rumbo a Essex con tan solo cuatro años, momento en el que se rompió el matrimonio de sus padres, británica ella, nigeriano él, pasó no pocas tardes aventando males familiares, aliviando las ausencias y los dolores de los primeros amores, escuchando a Nina Simone, a Peggy Lee o a Astrud Gilberto, marinando el que sería su estilo en las esencias de aquellas leyendas tan diferentes entre sí, pero sin que la música fuese su prioridad vital.